Basilio se quedo engatusado desdel primer momento en que la vio en aquel catalogo de lenceria otoñinvierno de las butiques Cortefiel. Su largo pelo rizado color mirinda; el palido rostro cubierto de pecas que parecian dirigirse a una manifestacion reivindicativa de no se sabe muy bien el que junto a la nariz; la sonrisa perfecta que dibujaban sus no tan carnosos labios; las rosaceas aureolas de sus pezones que se asomaban para decir hola tras el sosten color beis. No podia ser que semejante ser existiera en algun lugar deste mundo y el siguiera en casa aguantando a la Lurdes, su mujer, y todo porque vivian en el mismo barrio, fueron al mismo colegio, y empezaron a trabajar, ella un mes despues quel, en la conservera marisquera Fragueiro, cuyaspecialidad siempre habian sido las gambas peladas a las que Basilio proferia una animada version de la animadversion.
-"He dencontrar a la chica Cortefiel", se dijo, tras terminar de cascarsela en el baño frente al catalogo abierto sobre el bidet.
-"Basilio!! abreme!, que carajostasaciendo con el pestillochao?, como mayas vuelto a coger la pileidy pa rasurarte las patillas las vamos a tener!!", dijo la Lurdes enfundada en sus mayas de ir arreglada pero informal.
-"In formol te querria yo ver" dijo Basilio para el. Abrio el pestillo y salio sin tan siquiera mirar a su mujer. Esta entro en el baño derechita al armarito del espejo para ver si su epileidy tenia restos de pelos de color patilla de el.
La epileidy. La puta epileidy. Basilio se habia ahorrado el dinero del cafelito de media mañana durante seis meses para poder regalarle el jodido aparato por San Valentin.
-"En buena hora", se dijo, mientras guardaba el catalogo en el cesto de ir a pescar truchas. No solo porque sabia que alli la Lurdes nunca miraria, no, sino tambien porque le daba ese aroma tan evocativo a mujer, mujer. O al menos, dentro de su equivocativa experiencia, eso pensaba el.
Echo un ultimo vistazo al catalogo antes de cerrar el cesto, se lo llevo a los labios y beso el rostro de la modelo antes de volverlo a esconder. Volvia de nuevo a oir a su mujer, que seguramente no habia parado de gritar en todo ese rato. Menos los raros dias de fiesta, como aquel, se veian poco, Basilio se las habia apañado para convencer a su jefe de seccion que le cambiara el turno y asi coincidir lo menos posible con la Lurdes. Asi, cuando uno trabajaba el otro estaba en casa y viceversa, o vicio versa, como le gustaba decir a el. Incluso hacia horas extra por la noche para llegar lo mas tarde posible a casa, esperando que ella estuviera ya durmiendo para no echarse en cara el no querer echarsela a la cara. Escondiendose para no tenerse que esconder.
Pero no ese dia.
-"La virgen, que tripa se ta rotahora?", dijo Basilio con desinteres, mientras su mujer aparecia por el pasillo enloquecida, el pelo sin recoger (iba a decir hecha un basilisco, pero igual es pasarse, la Lurdes, la pobre, sea como fuere era asi).
-"Te he dicho mil veces que no te suenes los mocos en la toallita de la cara, eres un guarro!", le gritaba, mientras con una mano sujetaba la toallita rosa de punto americano comprada en Evora en su viaje de novios y con el dedo indice de la otra se señalaba la mejilla,
-"Mira!", dijo al llegar junto a el.
Basilio capeo el temporal como mejor sabia, sin rechistar. El sabia perfectamente que aquello no eran mocos. Dio media vuelta. La unica almejilla en su mente seguia siendo la de su chica Cortefiel. Se dirigio al recibidor y se cambio las zapatillas dandar por casa por sus deportivos Naik, que habia que ver el buen resultado que le habian dado para no ser lo que aspiraban ser. El chandal ya lo llevaba puesto, como los dias de fiesta era menester.
-"La virgen!", dijo, "me voy a por el pan", cerro la puerta y volvio a pensar en la chica del catalogo, en su sonrisa ariel oro y en lo feliz que seria si la tuviera junto a el. Cualquiera diria que se habia enamorado. Cualquiera haria mejor no metiendose donde no se tiene que meter.
Los dias de puente siempre le traian problemas, no solo porque tenia que ver a su mujer mas de lo deseado, o sea, tener que verla, sino porquel barrio bullia en la cacofonia de niños sin colegio merecedores de Herodes, jovenzuelos probando los nuevos agujeros en sus viejos tubos descape, la radio a todo meter del que sale a sacarle brillo al coche, (tu sabes quien eres, cabron), questaba en el paro pero que siempre aprovechaba quera fiesta para salir a alavar el coche y abrazarse con la tertulia de la Cope (o al reves), los gritos de los del puesto ambulante de mecheros seis por un euro, seis.
- "Asi seran..." se aventuro a decir al pasar junto a el.
Insoportable, penso. De camino a la panaderia bolleria Nuestra Señora del Carmen se paso por el quiosco del Pichichi, pero no ha comprar el Marca, como solia hacer, sino a preguntarle si sabia dondestaba la calle MachuPichu, quera donde ponia en su catalogo questaban las oficinas de la casa que publicaba el catalogo de lenceria Cortefiel.
-"Te lo digo cuando me hayas comprado el Marca", le dijo el Pichichi que sabia desenvolverse como nadie en ese area.
Compro el Marca y siguiendo las indicaciones dadas tras veinte minutos llego a su destino. Miro al edificio y como cualquier puerta abierta es una invitacion, entro. Tercera planta, subio por las escaleras aunque habia ascensor, se sentia Flex. Esquivo a la mujer que, de rodillas y con el culo en pompa, fregaba el descansillo. Vio la puerta donde ponia Revistas de Marketing Publishing & Whatever You Want Hermanos. Respiro hondo, se subio el pantalon del chandal, llamo asi con los nudillos y tras un "pase!", paso.
-"Palomaaaaaaaaaaa!!", se oyo tras la puerta algunos minutos despues. La mujer arrodillada sincorporo y con la cabeza ladeada mostrando desgana entro a ver que pasaba, temiendose lo peor, que el no tan inodoro inodoro se hubiera vuelto a desbordar.
-"Mira Paloma, que ha venido aqui este señor buscando a la modelo del catalogo otoñinvierno de Cortefiel, que si sabemos de que agencia la mandaron y que quisierancontrarla para llevarsela a Cuba", dijo la mujer sentada tras el mostrador, curvando sus labios recargados de rojo lujurioso a modo de sonrisa sarcastica, tipo presentadora impresentable de El ribal mas debil, pero sin llegar al nivel de sus cotas de nivel.
Basilio, al verse abrir la puerta, se dio la vuelta. Para cuando orca habia terminado de hablar tras el mostrador sus ojos se habian abierto como los de un personaje sacado de la manga (no la del mar Menor, cuidado, sino la de los comics japoneses; como Pikachu, vamos). Bajo aquel pañuelo floreado caian bucles de pelo rizado color minio (aunque algunos tambien podrian decir que oxidado nobstante). Habia encontrado a la chica del catalogo!, se dijo, entusiasmado, mientras su corazon espidico se aceleraba al ritmo de Chimo Bayo.
-"Yo soy la de las fotos, me llamo Paloma Miranda, a Cuba has dicho?", dijo, con los brazos en jarra y sacando pecho como un subalterno fiel al corte, al corte fiel.
-"Eso es, a Cuba. Tengo alli a un familiar que regenta un hotelito en la etimologica playa de Guardalavaca. Para pelar gambas ya tienen a la Lurdes y para limpiar las escaleras ya se queda aqui el manati", respondio Basilio con la chuleria de un galan de matinee.
Y para alla que se fueron con el tito Fidel. Y fueron felices y comieron mucho arroz y en un ataque de extraño extreñimiento mental a su hija la llamaron Paloma San Basilio, que, por si todavia no te has dado cuenta, es a lo que iba esta vez...
y me cago en Cortefiel!!! (y me limpio el culo con sus calcetines de punto porque no hay papel).
Por la patilla se fue...
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2 comentarios:
Me ha encantado lo del aroma a mujer, mujer en el cesto de las truchas.
Caguémonos todos en Cortefiel.
¡Viva Paloma San Basilio!
En cuba va a oler un poco a muerto.
Te lo digo yo compañero.
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